Ordenación

¿Qué es la ordenación?

El proceso de preparación en el que usted primero funge como ministro local y luego como ministro con licencia distrital, es el recorrido de la candidatura hacia la ordenación. La ordenación es el acto de autenticación y autorización de la iglesia en la que reconoce y confirma el llamado de Dios en la vidas de mujeres y hombres al liderazgo ministerial como mayordomos y proclamadores del evangelio y de la Iglesia de Jesucristo.

La ordenación es un acto de autenticación

Es importante notar que Dios llama pero la iglesia ordena. La iglesia pretende tener el derecho de llamar a las personas al ministerio. Ese es el trabajo de Dios y del Espíritu Santo. La iglesia es responsable de discernir el llamado de Dios en la vida de la persona considerando el testimonio personal de ese llamado y la evidencia de los dones y las gracias para el ministerio. Por consiguiente, al final de cuentas la ordenación es la culminación de un proceso de autenticación del llamado personal.

Este proceso puede ser desafiante algunas veces. Sin embargo, la iglesia humildemente confía que el discernimiento ejercitado durante la candidatura es crucial para el bienestar de la iglesia así como del candidato.

La ordenación es un acto de autorización

Por medio de la ordenación la iglesia lo aprueba y autoriza como digno de los derechos, privilegios y responsabilidades de ser miembro del cuerpo ministerial. El servicio de ordenación da testimonio a la Iglesia universal y al mundo que usted verdaderamente es un hombre o una mujer de Dios; que ha recibido la gracia de Dios y los dones necesarios para el ministerio público; que usted tiene la sed del conocimiento, especialmente el conocimiento de la Palabra de Dios; y que usted puede comunicar el evangelio de una manera que es clara y doctrinalmente sólida. Para poder hacer estas afirmaciones de usted, la iglesia debe indagar, probar y observarlo por un período de tiempo – y examinarlo “como por fuego”, para usar una frase bíblica. La presunción bíblica de prueba por fuego es que usted saldrá de la prueba con el carácter aprobado y con pureza.

La ordenación es un acto de confirmación

La ordenación también es un acto de confirmación de la iglesia. Durante el tiempo que lleva a la ordenación, la iglesia está trabajando para evaluarlo a usted y su potencial para el ministerio. Las jutas de las iglesias locales ponen bajo consideración si su involucramiento y testimonio son una causa razonable para otorgarle una Licencia de Ministro Local. La misma junta considerará hacer una recomendación para la licencia distrital. La iglesia local y la Junta Distrital le observarán de cerca para determinar si su licencia de distrito debería ser renovada anualmente. Cuando todos los requisitos para la ordenación hayan sido cumplidos, la Junta Distrital puede recomendarlo a la asamblea de distrito para la ordenación como presbítero o diácono. La asamblea de distrito completa votará si debe o no debe presentar su nombre al superintendente general que la preside. Él o ella como representante de la Iglesia del Nazareno global, tomará la determinación final si debe o no debe ser ordenado. La ordenación verdaderamente es un acto de la iglesia entera.

La ordenación es un acto espiritual y teológico

La ordenación también es un acto espiritual y teológico de la iglesia. Es más que recibir el certificado para ministrar. Es más que pasar exámenes de calificación para su profesión. Es el reconocimiento de la iglesia de la realidad maravillosa de que Dios llama y otorga dones en forma de hombres y mujeres para el liderazgo ministerial en la iglesia. Mientras que la iglesia afirma el principio escritural del sacerdocio de todos los creyentes, el acto de ordenación es el reconocimiento del llamado de Dios a ciertos hombres y mujeres al liderazgo ministerial.

Jesús enseñó que “el más grande entre ustedes debe convertirse en el siervo de todos”. La ordenación entonces, no conlleva un estatus o privilegio especial; sino que reconoce y confirma el llamado de Dios sobre los líderes ministeriales para que vivan como siervos del evangelio. Ya que las Escrituras enseñan que en Cristo no hay esclavo ni libre, judío ni griego, hombre o mujer, sino que todos somos uno en Cristo, la Iglesia del Nazareno ordena a personas sin importar su estatus económico, nacionalidad, raza, o género. El grupo con el que usted reciba su ordenación pueda que consista de candidatos de varias razas, de diferentes nacionalidades, representando un rango de trasfondos económicos, incluyendo a hombres y mujeres. Lo que todas estas personas tienen en común es el testimonio de un llamado de Dios y el reconocimiento de la iglesia de que cada uno de ellos posee dones y gracias para el liderazgo ministerial.

Ya que la porción de la candidatura durante el recorrido es demandante y requiere de una tremenda inversión de energía y recursos, la iglesia trata de determinar lo antes posible si existe algún impedimento que pueda impedir que complete exitosamente su candidatura. Por esta razón, la iglesia pregunta cuidadosamente sobre cualquier actividad criminal, conducta sexual impropia, divorcio, deuda, o algún otro asunto significativo en su historial de vida. Aunque esto se sienta extraño, o doloroso en ciertas ocasiones, es mejor determinar al principio del proceso el impacto de estos asuntos en su potencial para recibir la ordenación y para saber si puede ser fructífero en la Iglesia del Nazareno en vez de esperar hasta cuando esté adentrado en el proceso de su candidatura.

“la ordenación testifica a la iglesia universal y al mundo entero que el candidato da evidencia de una vida ejemplar de santidad, que posee dones y virtudes para el ministerio público, que tiene sed por el conocimiento, especialmente de la Palabra de Dios, y la capacidad de comunicar claramente la sana doctrina.” Manual ¶502